Las elecciones generales del pasado domingo dejaron un escenario complicado en Navarra. El PSN fue el partido más votado en la comunidad foral, pero la coalición Navarra Suma (PP, UPN y Ciudadanos) obtuvo más escaños en el Congreso de los Diputados. Este resultado, sumado a la situación política que vive España, ha abierto un abanico de posibilidades que se analizan a continuación.
Este escenario sería el menos probable, debido a las diferencias ideológicas y programáticas entre estos partidos. Sin embargo, el líder de Navarra Suma, Javier Esparza, no ha descartado esta posibilidad y ha manifestado su disposición a dialogar con el PSN. De materializarse, sería un gobierno débil y difícilmente estable, que no contaría con el apoyo de todas las fuerzas políticas de Navarra.
Esta es una de las opciones que ha ganado fuerza en los últimos días. El PSN ya ha manifestado su disposición a dialogar con Geroa Bai y Podemos, y las tres formaciones suman en el Congreso de los Diputados los suficientes apoyos para sacar adelante iniciativas legislativas. Esta posibilidad permitiría un gobierno más estable y con una mayoría más amplia.
Esta opción es la que más se ha barajado hasta el momento. Si el PSN no consigue sumar apoyos suficientes para formar una coalición estable, tendría que gobernar en minoría y negociar apoyos puntuales para sacar adelante su programa. Esta situación sería complicada y difícil, pero no imposible.
El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, ha manifestado su disposición a abstenerse en la investidura del candidato socialista Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno si esto contribuye a la estabilidad política en España. Esta abstención podría extenderse también a la investidura del candidato socialista a la presidencia de Navarra, una posibilidad que sigue generando mucha polémica y debate en la sociedad navarra.
Esta es la opción más extrema y menos probable en estos momentos. Si en un plazo de dos meses desde la primera votación de investidura no se forma Gobierno, se debería convocar nuevas elecciones. Un nuevo proceso electoral supondría un coste económico y social importante para Navarra, además de prolongar la incertidumbre política y la parálisis de las instituciones.